Corría 1986, allí estaba yo, decidiendo que carrera hacía, mis opciones, arquitectura o ingeniería de caminos. Mis datos, la imaginería tradicional, un montón de consejos bienintencionados y dos panfletos explicativos de ambas carreras.

 Os cuento una anécdota, la cual, a veces relaciono con mi decisión de cursar ingeniería de caminos en vez de arquitectura y sobre una postal de navidad.

Cursaba el último curso de EGB ( ahora no tengo claro como se llama, algo como ESO o AQUELLO) y tenía una buena habilidad con los lápices y la plumilla de tinta. Por navidades el colegio montó un concurso para ver quien hacía la mejor postal, el cual me empeñé en ganar con la mejor postal de navidad.

Estudié cientos de postales, seleccioné detalles, ideas, formas y diseñé una postal prácticamente “perfecta”, la cual dibujé en lápiz y después pasé a plumilla, necesité un montón de horas y descarté un montón de bocetos e incluso postales prácticamente acabadas.

Al final tenía mi postal, era “perfecta”.

Bueno, casi perfecta, ya que el concurso lo ganó una chica de 7º con un muñeco de nieve graciosísimo montado en una bicicleta.

Aun me acuerdo de mi mismo mirando el panel de los premiados, de como todo el mundo, después de alabar lo bonita que era la postal ganadora, también, algunos, decían a modo de consuelo, lo bien dibujada que estaba la mía.

Era justo que ganara ella, aunque la había hecho en la hora de plástica del viernes, su postal hacía sonreír.

Entonces yo no tenía la sensibilidad estética de esa chica, y si tenía alguna, seguro que la perdí en la carrera.

Un saludo a todos y perdonad el rollo navideño.

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